El pasado 22, 23 y 24 de noviembre, el Parque Padre Hurtado, el segundo parque más grande de Santiago, fue escenario de la segunda edición del Festival Esculturas-Juegos. Este evento, que reunió a más de 1800 participantes y 70 artistas, ofreció un espacio único donde el arte y el juego convergieron para transformar lo cotidiano en experiencias extraordinarias.
Con nueve esculturas-juegos, tres talleres y dos ciclos de charlas, el festival reafirmó su misión de acercar el arte a las personas de manera significativa. Jugar, crear y aprender al aire libre se convirtió en un acto de conexión profunda con uno mismo, los demás y el entorno.
¿Qué valoran los participantes de la experiencia?
Esculturas-juego como “El mapa de las papas”, “Recetario” y “La comunidad de las bacterias” ofrecieron a los participantes la oportunidad de involucrarse en procesos creativos de manera lúdica. En “El mapa de las papas”, los asistentes crearon una obra gráfica estampando con timbres; en “Recetario”, el acto de arrojar pintura en un caldero giratorio dio vida a obras pictóricas; mientras que en “La comunidad de las bacterias”, pudieron modelar microorganismos con plasticina.
Estas experiencias se complementaron con el “Taller de marcos”, donde los participantes, guiados por artistas-profesores y siguiendo instrucciones simples, enmarcaron las obras creadas en El mapa de las papas y Recetario. Este paso no solo fomentó habilidades manuales, sino que también fortaleció el vínculo emocional con sus creaciones, generando orgullo y satisfacción. Otros talleres prácticos, como la confección de títeres y el trenzado con materiales diversos, ampliaron las técnicas exploradas, permitiendo experimentar distintas facetas de la creación manual.
El impacto de estas actividades fue profundo, ayudando a desarrollar habilidades socioemocionales como perseverancia, autoeficacia y autoestima, siendo uno de los aspectos más destacados del festival. Mariana, quien asistió con sus hijos, compartió: “Me encantó el juego de la cocina. Ese acercamiento a que todos podemos ser artistas se sintió tan vivo y claro. Vi la emoción en la cara de los niños cuando giraban la manivela y veían aparecer su obra de arte. Después la enmarcaron, la llevamos a casa y la colgamos en la pared. Todo el proceso potenció su capacidad de sentirse artistas.”
Otro de los aspectos más valorados por los participantes fue la oportunidad de aprender de forma entretenida. Al integrar juego, creación artística y contenidos pedagógicos, el festival permitió que las personas adquirieran conocimientos de manera espontánea, conectando lo aprendido con su vida cotidiana de forma significativa.
Por ejemplo, las esculturas-juegos recientemente mencionadas tenían un fuerte componente pedagógico: “El mapa de las papas” buscó familiarizar a los participantes con el origen y la historia cultural de este tubérculo, destacando su diversidad de formas y colores. “Recetario” permitió explorar los ingredientes de la cocina tradicional chilena, sus colores y cómo, al combinarlos, se forman los platos que disfrutamos. “La comunidad de las bacterias” invitó a niños y niñas a modelar plasticina mientras aprendían sobre las bacterias buenas y malas, ampliando su percepción sobre el rol que cumplen estas en nuestro organismo.
Además de estas esculturas-juegos, el festival ofreció instancias más formales de aprendizaje, como dos charlas: una sobre tecnologías locales y otra sobre nuestra relación con los alimentos. Los expertos lograron traducir conceptos complejos en ideas accesibles, abordando temas como el uso de la luz en el teatro, la fabricación de atrapanieblas y la importancia de consumir cáscaras de alimentos.
Al combinar juego, arte y reflexión, el festival demostró que aprender puede ser significativo, divertido e inolvidable. Ignacio, padre de Pía, expresó: «Volvimos porque el año pasado fue una grata experiencia. Lo pasamos increíble y aprendimos muchas cosas. Este año quisimos regresar para aprender más. Me gusta que Nube sea un espacio de aprendizaje lúdico y entretenido.»
La creatividad sorprendió al demostrar cómo lo cotidiano puede convertirse en algo extraordinario. Objetos simples y materiales descartados se transformaron en juegos y dinámicas, revelando que, con imaginación y acción, es posible dar una nueva vida a lo desechado, fomentando tanto el bienestar como el consumo responsable.
Cuatro esculturas-juegos destacaron por su capacidad de reutilizar materiales simples: Por ejemplo, “Centro neumático” reutilizó más de 400 cámaras de bicicleta en desuso para crear un espacio interactivo que exploraba la elasticidad del caucho. “Achunte” y “Cestas-mochilas” usaron pelotas hechas de calcetines reciclados, invitando a los participantes a practicar puntería, colaboración y agilidad en dinámicas divertidas. En “Tendedero”, las poleras viejas se convirtieron en el eje de un desafío de lógica y trabajo en equipo, fomentando el pensamiento estratégico y la comunicación efectiva.
Estas iniciativas no solo se destacaron por su ingeniosa reutilización de materiales, sino también por su capacidad para inspirar prácticas creativas aplicables en el hogar. Como señaló Javier, uno de los asistentes: «Se les da una transformación estética y funcional, lo que es inspirador, porque es algo que puedo replicar en casa. Puedo reutilizar mis cosas, como los calcetines, y darles un uso artístico más allá del simple reciclaje.»
Otro de los aspectos valorados fue cómo el festival transformó el parque en un lugar de encuentro habitable, cómodo y acogedor. Más allá de ser un evento, el festival creó un espacio temporal donde las personas se reunieron para disfrutar de experiencias simples y significativas, cultivando un sentido de pertenencia y comunidad.
Un indicador clave de este impacto fue el tiempo promedio que los asistentes permanecieron en el festival, que alcanzó las tres horas y media. Este dato refleja cómo el entorno invitaba a las personas a quedarse, participar y compartir. Durante los días del festival, se observaron escenas espontáneas como familias y amigos improvisando picnics, extendiendo mantas y descansando entre juegos. El festival también se propagó gracias al boca a boca: quienes participaron en los primeros días recomendaron la experiencia, logrando que un 28 % de los asistentes llegara por invitación de otros. Este dato resalta la capacidad del festival para conectar emocionalmente con las personas, convirtiéndose en una experiencia memorable que se compartió con entusiasmo.
De esta manera, el festival no solo ofreció actividades creativas y pedagógicas, sino que también transformó el parque en un espacio vivo y colectivo, donde se tejieron relaciones y se fortaleció la comunidad.
El Festival Esculturas-Juegos demostró cómo el arte puede integrarse en la vida cotidiana, no solo como medio de expresión, sino como motor de bienestar personal y social. Participar en actividades creativas genera alegría, confianza y vínculos comunitarios. La demanda por más espacios como este evidencia la necesidad de transformar nuestros entornos públicos en lugares más enriquecedores. A través del festival queremos reimaginar plazas, parques y espacios comunes en experiencias inclusivas y transformadoras.
¡Porque el taller y el parque son una gran escuela, y este festival es una invitación a transformar el arte en juego, y el juego en aprendizaje!
Revisa el video que hemos preparado, donde podrás revivir los momentos más destacados del festival y descubrir cómo logramos transformar lo cotidiano en experiencias extraordinarias.
El Festival Esculturas-Juegos es una iniciativa creada y organizada por Nube Lab. Ha sido encargado y auspiciado por la Municipalidad de Las Condes para ser realizado en el Parque Padre Hurtado, adjudicado por Nube Lab a través de un llamado público y financiado por fondos asignados a la Junta de Alcaldes para promover la cultura en el parque.