El 19 de julio realizamos por primera vez el curso intensivo “Jugar por jugar: el valor intrínseco del juego y su aporte a la educación”, una experiencia que exploró el juego desde su dimensión creativa, formativa y afectiva, y que dejó a sus participantes con ganas de más.
El pasado sábado 19 de julio, Nube recibió a un grupo diverso de docentes, educadoras de párvulos, académicas, trabajadoras sociales, estudiantes de pedagogía y agentes educativos de distintos ámbitos para vivir “Jugar por jugar: el valor intrínseco del juego y su aporte a la educación”. Este nuevo curso intensivo, diseñado desde el Método Nube, buscó poner en valor el juego como una experiencia con sentido propio y como un recurso esencial para nutrir la educación, la creatividad y la vida en comunidad.

La jornada comenzó con una dinámica pensada para que los y las participantes —que no se conocían entre sí— pudieran encontrarse desde un lugar distinto: el de los recuerdos de la infancia y la experiencia del juego. Cada persona escribió a qué jugaba cuando era niño o niña, y luego otro participante debía adivinar a quién pertenecía ese recuerdo. Entre risas, anécdotas y coincidencias inesperadas, el grupo fue encontrando puntos en común y construyendo un clima de confianza.
Más tarde, recibimos a Carolina Araya, doctora en Psicología UC, quien compartió su investigación sobre el juego en la infancia y su impacto en el desarrollo y la vida adulta. Lo que en un inicio sería una exposición pronto se convirtió en un diálogo abierto que fluía entre preguntas, comentarios y reflexiones.
La mañana cerró con dos actividades prácticas que pusieron en juego el movimiento, la experimentación y la sorpresa. “Nudos y trenzas” es una dinámica colectiva que requiere de tres personas para trenzar usando todo el espacio, activando el cuerpo y coordinando movimientos casi como en una coreografía. En “Trompos”, las y los participantes fabricaron un trompo con materiales cotidianos —un plato de papel y un lápiz— para hacerlo girar sobre una hoja, dejando un rastro azaroso que se convierte en dibujo. Una actividad sencilla que invita a detenerse en los trazos que deja la combinación entre habilidades motoras, principios físicos y el azar.

Por la tarde nos adentramos en los fundamentos del Método Nube. A través de presentaciones, dinámicas grupales y conversaciones, exploramos cómo el juego puede habitar contextos educativos diversos. Una de las actividades propuestas fue construir una escultura en cinco minutos usando materiales disponibles en la sala: un ejercicio simple que reveló la potencia de la colaboración, la improvisación y el pensamiento creativo.
La organización y moderación de todo el curso estuvo a cargo de Jacinta Silva, encargada de formación continua, junto a Miguel Maira, coordinador de taller, quienes guiaron las experiencias y facilitaron los diálogos. Contaron además con la participación de artistas-profesores de Nube, que aportaron miradas, comentarios y cercanía para enriquecer cada momento del encuentro.

El tiempo fue nuestro único límite: la participación y el entusiasmo se mantuvieron de principio a fin, y varios asistentes coincidieron en que les habría gustado contar con más horas o incluso más jornadas para profundizar en las ideas y prácticas. Esa sensación de “quedarse con gusto a poco” nos confirma que este curso tiene mucho camino por delante y que merece una versión más extensa.
Las palabras de quienes participaron lo resumen mejor, para algunos: “el contenido fue inspirador y muy entretenido, así como desafiante y novedoso”, un logro que atribuyen también a “el grupo humano y a los expositores”. Para algunos, lo más significativo fue “ver que otra realidad educativa ya está existiendo” y descubrir, en el espacio físico de Nube y en la labor de sus artistas-profesores, una fuente de inspiración. También hubo quienes subrayaron la oportunidad de “acercarse a la complejidad y la opción de pedagogizar el juego”, abriendo nuevas perspectivas para su práctica educativa.
Agradecemos a quienes vinieron desde escuelas, universidades, fundaciones y ludotecas, y que compartieron su experiencia con generosidad y apertura. Nos quedamos con la certeza de que el juego sigue siendo una fuente inagotable de aprendizajes… y con la motivación de seguir explorando juntos nuevas formas de integrarlo a la educación.

