Seguimos reflexionando sobre el pensamiento creativo. Esta vez desde el enfoque educativo, considerando también los desafíos actuales del mercado laboral
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Las y los niños de hoy seguramente serán empleados en sectores o funciones que no existen todavía.
Organizaciones y sociedades alrededor del mundo dependen cada vez más de la innovación y la creación de conocimiento para enfrentar los retos emergentes (OCDE, 2010[2]), dando prioridad a la innovación y al pensamiento creativo como empresas colectivas.
En el Foro Económico Mundial del 2018, directores ejecutivos y de recursos humanos de empresas multinacionales identificaron al pensamiento crítico y a la creatividad como la tercera y quinta habilidades más demandadas, respectivamente, siendo el «pensamiento analítico e innovación» y la «resolución de problemas complejos» la primera y la segunda.
«La importancia de nutrir el pensamiento creativo en las escuelas va más allá del mercado laboral. Los colegios cumplen un papel crucial en ayudar a los jóvenes a descubrir, desarrollar y definir sus talentos, incluyendo por supuesto sus capacidades creativas. Los establecimientos escolares desarrollan un rol vital en hacer que niñas y niños se sientan parte de la sociedad en la que viven, y que tienen los recursos creativos para contribuir a su desarrollo»
(Tanggaard, 2018 [16]).
Desagregando la creatividad de sus funciones para el desarrollo de economías circulares y la innovación, existe un consenso general entre sicólogos y educadores en que el pensamiento creativo, puede estimular otras capacidades individuales, incluyendo la capacidad metacognitiva, las habilidades para la solución de problemas, así como las inter e intrapersonales, promover el desarrollo de la identidad, los logros académicos, el éxito futuro en la vida profesional y la participación social.