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Redefinir el potencial de las residencias artísticas. Una conversación con Christian Viveros-Fauné

A mediados de noviembre, Christian Viveros-Fauné, curador y crítico de arte radicado en Estados Unidos, visitó Chile para asistir a una serie de encuentros artísticos en Santiago y Temuco. Una de sus paradas fue el Taller de Nube, momento en el que pudimos conversar, esta vez de forma presencial, sobre los procesos llevados a cabo en el marco del proyecto Arte + Educación en América Latina (financiado por el Fondo de Fomento al Arte en la Educación), proyecto que estamos a punto de finalizar y convertir en una publicación digital con reflexiones, investigaciones y resultados. Esta publicación, en la que Viveros-Fauné es partícipe aportando un texto sobre las residencias artísticas y sus particularidades en Latinoamérica, será compartida de forma gratuita a través de esta misma plataforma.

Luego de la jornada de diálogo y bajo el abrazador calor santiaguino, decidimos seguir profundizando sobre el proyecto que nos convoca como también sobre las ocupaciones actuales de Christian Viveros-Fauné, su trayectoria, vínculo con las residencias artísticas y los lazos que aún lo mantienen ligado a Chile. Sacándole jugo al tiempo, continuamos la conversación sobre cuatro ruedas y llegamos a conformar la siguiente entrevista.

Céline Fercovic: ¿A qué estás dedicado actualmente? ¿En qué tipo de proyectos te interesa participar?

Christian Viveros-Faune: Actualmente estoy más dedicado a la curaduría que a la escritura, pero la verdad es que me parece importante intercalar ambas actividades y, siendo sincero, me siento bastante perdido si no estoy escribiendo algo. Soy el tipo de persona que piensa escribiendo. Sé que escribiendo puedo llegar a una versión depurada de lo que realmente quiero decir. Muchas veces no puedo articular una opinión clara sin escribir antes. 

Yendo a las actividades que estoy realizando en estos momentos, te cuento que mi trabajo de vida, por decirlo así, es ser el curador en jefe de un todavía pequeño pero potente museo en Tampa, el University of South Florida Contemporary Art Museum. Vamos a Inaugurar una exposición el 13 de enero y tenemos otra en junio.

CF: ¿Qué involucra ser curador en jefe de un museo? 

CVF: programación, gestión, mucho contacto con artistas, desarrollo de ideas curatoriales, particularmente cuando se trata de exposiciones colectivas. Por ejemplo, la que viene ahora, el 13 de enero se llama Poor People’s Art: A (Short) Visual History of Poverty in the United States y básicamente es un sándwich entre dos momentos históricos y dos campañas históricas: «La Campaña de los Pobres» impulsada por Martin Luther King que se trató de un movimiento multicultural y multirracial, que atravesaba etnicidad, religiosidad, raza, condición, y afectivamente y su objetivo era llegar a legislar contra la pobreza y llegar a un ingreso básico garantizado, unir a los pobres y a sus aliados para exigir el fin de la pobreza y la desigualdad. Claramente no se logró. Esa es una etapa del libro, por decirlo así. La otra es un movimiento actual, 53 años después de la muerte del Dr. King, que empezó durante la época de Trump donde William Barber, otro líder cívico afro, tomó la campaña y la volvió a resucitar versión 2.0. Barber lanzó un impulso contemporáneo para cumplir el ambicioso mandato de Martin Luther King, una «revolución de valores» que une a las comunidades pobres y afectadas de todo el país. La exposición presenta una respuesta visual al «último gran sueño» del Dr. King, así como el reciente «Llamamiento nacional al renacimiento moral» del reverendo Barber. 

Nosotros estamos observando este tema, quizás a un modo Rauschenberg, y las visiones del periodo hasta el día de hoy para hacer una especie de historial —por supuesto incompleto— de la representación de las pobrezas. Dicho de otra manera, estamos visibilizando distintas perspectivas sobre esta cuestión, revisando cómo artistas contemporáneos han trabajado la temática, desde lo más conceptual a lo figurativo, desde el video a la pintura. Eso es lo que tengo en el plato ahora inmediatamente. Y lo otro es una bienal que estoy curando en Portland en Oregon. 

CF: ¿Cuánto tiempo de investigación duran estos procesos para llegar a ser finalmente exhibidos?  

CVF: Siempre depende. En Poor People’s Art un año y tanto, y además se fue ralentizando todo por el Covid. En general somos bastantes flexibles, somos una institución aún pequeña, no nos podemos dar el lujo de estar investigando tres años para un proyecto. Mis proyectos también tienen algo de provisionalidad. No siempre se puede llegar a una visión exhaustiva, pero aquí se trata de plantar la idea. 

CF: Claro, de orbitar sobre el tema, darle vueltas, para actualizar, escuchar, visibilizar, abrir preguntas, si te estoy siguiendo bien. 

CVF: Exactamente. Y en el caso de la bienal en Portland retomé un libro que publiqué en 2019, En formas sociales: una breve historia de arte y política es el nombre en español. La bienal se llama Formas sociales: arte y ciudadanía global e inaugura el 24 de agosto de 2023.

CF: Se podría decir que la vida está movida. 

CVF: Está movida. Y dentro de eso también estoy escribiendo textos, cada vez menos periodismo, pero cada cierto tiempo me mandó un artículo. 

CF: Hace sentido que te des esos tiempos, retomando cuando dijiste que a través de la escritura llegas a expresar certeramente, que puedes pensar y ordenar las ideas. Esa estrechez con la escritura, desde tus estudios de literatura, ¿cómo llegan a la crítica de arte? 

CVF: Es ambas, la literatura y la crítica de arte. Yo fui crítico de arte en The Village Voice por 10 años, un periódico semanario bastante importante en Nueva York y antes de otro periódico tautaniano de Nueva York y francamente ese fue mi magíster y doctorado en estos temas.  

CF: Para volver al presente, cuéntame, ¿cómo llegaste al proyecto Arte + Educación en América Latina con el equipo de Nube Lab? ¿Por qué el interés en las residencias y la educación artística? 

CVF: Buena pregunta. No me acuerdo exactamente cómo entré o cómo nos conectamos con Paula de Solminihac. Tiene que haber sido a través de Rocío Guerrero o un poco antes de que comenzáramos a trabajar con Rocío. Si mal no recuerdo, Paula me escribió porque estaba interesada en conversar sobre residencias, y yo sí he hecho residencias. Hice una residencia en Brasil muy curiosa movilizada por un ex Alcalde y Gobernador del Estado de Paraná, Jaime Lerner, quien desafortunadamente falleció el año pasado. El fue un arquitecto de primerísima línea. Fue alcalde de Curitiba y luego gobernador de Paraná. Por casualidades de la vida yo había conocido a su yerno en una residencia en Estados Unidos. Este gobernador loco, un tipo muy liberal y discípulo de Niemeyer, le pregunta a su yerno: “¿qué hiciste el verano pasado?” y él le respondió: “bueno, estuve en una residencia artística”. Y le dice “¿una qué?” y ahí le explicó qué era una residencia a su suegro. Y él dijo: “yo quiero una, ¿cómo lo hago?”. El yerno le dijo: “habla con Viveros”. 

Yo estaba en Madrid dando unas charlas para Arco y en eso me sonó el teléfono, contesté y era la oficina de este gobernador. Yo pensé que era un chiste y colgué. 

CF: Claro, ¿es esto una estafa?

CVF: Exacto, eso fue lo que pensé, esto es una estafa. Pero insistieron. Me volvieron a llamar y el gobernador me dijo: “quiero que usted pueda venir, ¿cuándo puede venir? ¿Mañana o pasado mañana?” Le dije que estaba en Madrid y se me hacía difícil. Me respondió: “mire, como usted quiera, pero nosotros le hacemos la reserva de vuelos ahora mismo”. Y bueno, efectivamente me fui unos dos días más tarde de Madrid directo a Curitiba. Apenas llegué comenzamos a planificar. Me sorprendió el ímpetu que tenía y la curiosidad por la idea de hacer esta residencia de artistas.

CF: ¿Cuál fue la magnitud de este proyecto? ¿A cuántos residentes quería acoger? 

CVF: Quería 500 artistas, traerlos de dónde fuera. Y yo le decía, pero no puede ser. Al final, recibimos a 80 personas. Y fue un súper proyecto, porque vinieron artistas del norte, del sur, del Amazonas y estuvieron todos juntos por unas tres semanas. Fue un proyectazo, pero destinado a no repetirse. 

Lo distintivo es que esta iniciativa se conformó de una forma lúdica y apostando por el arte y por el/la artista, no fue una cuestión para obtener resultados, para que un artista hiciera la obra de su vida y la vendiera y se hiciera millonario. Fue algo excepcional porque un Representante del Estado actuó de forma experimental, así como Nube lo hace, sin tener un blanco fijo.

CF: Esto me recuerda a Antanas Mockus, filósofo y ex alcalde de Bogotá. 

CVF: Sí, de ese tipo de persona. Jaime Lerner era un tipo brillante, él decidió poner la alcaldía misma encima de un árbol. No sé qué tipo de árbol fue pero es inmenso. 

CF: ¿Cuál fue tu rol en este proceso/experimentos que relatas? ¿Fuiste una especie de asesor? ¿Cómo esta experiencia te llevó a otras residencias?

CVF: Sí, fui asesor y lo planifiqué junto al equipo del gobernador. Estuve un par de meses en Brasil. También fui crítico en el directorio de Art OMI, que es una residencia en el Estado de Nueva York, y de otra que se llama Triangle que tiene un vínculo con Gasworks. 

Estos roces me hicieron tener nociones sobre las residencias, y por estas experiencias aprendí cómo se armaban y para qué sirven. Además, tengo un interés por este tipo de espacios de creación y reflexión que apelan a lo inclusivo, son menos funcionales y más cooperativos. 

CF: En este caso, como mencionas, comenzamos desde un ámbito más experimental, pero también desde una investigación donde nos pusimos marcos de búsqueda, marcos relacionados a los contextos sociales, artísticos, comunitarios y formativos, y no solo desde las artes o artistas que entran a cada residencia, también desde los aprendizajes de lado y lado, aprendizajes mutuos. ¿Cómo ves esa dimensión, la formativa en este proyecto? ¿Resultó, no resultó, está a medias, está en proceso?

CVF: A mí parecer resultó y al mismo tiempo sigue en proceso. Me gustaría que de este proceso surjan otros porque las residencias son una cuestión de intercambio, pero también de redefinición del quehacer del artista. El artista se encuentra en una situación diferente, en vez de estar en su estudio solo —que es parte importante de su quehacer—, solo contra el mundo, llega a un momento de intercambio real con otros, con otras personas que hacen algo similar. Muchas veces esos mismos roces llegan a redefinir el proyecto artístico, o eso una espera, el pensar del artista, el entender el contexto, las posibilidades, su propio trabajo. Y este proyecto en el que hemos estado metidos, que nació en pandemia, en un momento donde todo el mundo estaba sobreviviendo, o actualizando, retomando su quehacer, tratando de entender este nuevo contexto rarísimo global, se universalizó la incertidumbre. En ese sentido la pandemia fue muy democrática. Casi todos estábamos en similares condiciones. 

CF: En ese sentido sí, y probablemente hablando o comentando sobre las mismas noticias, datos, temáticas. 

CVF: Exactamente. Y evaluando cómo nos volvemos a comunicar, cómo volvemos a emular o a suplantar el contacto humano, el intercambio de ideas. A fin de cuentas, las residencias tratan mucho de eso, de intercambio de ideas. Entonces, conversando con Paula, esta idea de hacer una residencia de residencias de forma virtual, que tal como ella dijo hace poco, en otro momento habría sido el absurdo mismo, en el periodo de surgimiento pareció un proyecto muy necesario y creo que así se entendió. Pienso que los primeros contactos con las seis residencias seleccionadas para trabajar —y los sabrás tú mejor que yo porque tú hiciste los contactos—, estaban abiertas a hacerlos porque no tenían planes definidos. 

CF: Claro, de hecho muchas residencias cartografiadas durante la investigación tenían sus programas en receso. 

CVF: Porque el contacto humano era peligroso. Entonces, lo que no se podía hacer de forma presencial, nosotros intentamos hacerlo traspasando geografías de forma virtual. Me gustó mucho el comentario que hizo Elena Loson hoy, cuando mencionó que este proyecto terminó siendo algo en común, tanto para Nube y su equipo, como para las residencias involucradas, y emuló el proceso que las mismas residencia realizan. Siendo, en un comienzo, una serie de ideas un poco baggy, un poco suelto, que nadie sabía bien cómo definirlo, logró cambiar y comprenderse. El proyecto Arte + Educación en América Latina ha logrado asemejarse a muchas situaciones artísticas en residencias presenciales. Cuando entras a una residencia vas creando contenidos y una hoja de ruta. Y a mi me parece que lo que hicieron ustedes fue justamente eso. Además, en el momento de explicar de qué se trata un proyecto como este, podemos hablar de una cartografía, que a mi me parece fundamental y que tiene una utilidad. Y ahora también hay textos que intentan explicar qué es una residencia y que puede seguir siendo. Hay ejercicios que se hicieron aterrizando ideas cruciales de las residencias participantes. Creo que todos esos elementos llegan a redefinir el potencial de las residencias mismas, tanto en Nube como en otras, con las cuales se conversa y se va creando una hoja de ruta para actividades en el futuro.

CF: Una de las razones que se me ocurren para pensar en tu participación en este proyecto es que estás interesado en el arte producido desde acá, desde Chile. ¿Es así y cómo lo llevas? 

CVF: Sí, siempre estoy interesado. Antes de la pandemia yo solía venir por lo menos dos veces al año para hacer charlas y proyectos curatoriales. En esta visita fui a Temuco y tuve actividades con Arte&Punto

CF: ¿Qué es Arte&Punto?

CVF: Es una especie de nueva asociación gremial de galerías. En esta oportunidad, mi participación fue organizar una muestra que se está exhibiendo en la Galería Patricia Ready, en la primera planta. Esa es una de las actividades que me trajo a Chile. La otra fue hacer el cierre con ustedes, con Nube, y una tercera fue el viaje a la Universidad Católica de Temuco. Ellos tienen una idea muy interesante de cómo hacer proyectos con artistas nacionales e internacionales, siempre muy enfocados en el trabajo que se hace acá porque hay mucho trabajo bueno. Finalmente, lo que me trae a Chile es también la sensación de aportar, en la medida de lo posible, al movimiento de las artes locales. Y feliz de hacerlo. 

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/Contexto festival
La idea del Festival Esculturas Juegos se originó a principios de este año 2023, impulsada por la determinación de Nube de transformar la forma en la que nos relacionamos con el arte, pasando de la mera observación a una participación activa a través de la experiencia del juego. Con esto en mente, diseñamos nuestro segundo programa de Residencias de Innovación Social, al que llamamos "De un arte para mirar, a un arte para jugar". Convocamos a seis artistas jóvenes a expandir sus trabajos hacia proyectos escultóricos para el espacio público: Javiera Álvarez, Ana Castillo, Felipe Pineda, Mariana Robert, Diego Silva y Florencia Varela, han trabajado durante siete meses bajo la guía de Nube, diseñando y produciendo esculturas concebidas para la interacción y el juego, apoyados por la arquitecta Francisca Cortínez y el equipo de Nube.

Al seleccionar el lugar para el Festival, decidimos volver sobre 11 esculturas ubicadas en la entrada del Parque y que fueron creadas en 1992 durante el Primer Simposio de Escultura Iberoamericana y del Caribe, iniciativa de Nemesio Antúnez y Francisco Gazitúa, organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes. Aunque el simposio fue un hito significativo en la historia del arte nacional, estas esculturas han quedado en el olvido. Nuestra decisión de situarnos junto a ellas, busca destacar este patrimonio desde una visión renovada del arte.

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